Condicionamiento y Comida [1]

[Parte uno] La descarga compulsiva a la comida en momentos de tensión, condiciona su posterior adicción. Adicción tan potente como cualquier otra



La comida, por vía de su programa primigenio de la ingesta, y la angustia por alteración del programa de la ataraxia hacen una combinación perfecta para la perpetuación de la obesidad y sus síntomas. Conociendo que el programa de la ingesta actúa por acción del denominado reflejo fágico, estímulo que por vía de las endorfinas lleva a los seres vivos a alimentarse en forma continua las 24 horas del día para no morir de inanición.

Este reflejo fágico continuo tiene una serie de frenos, algunos conscientes y otros inconscientes, que limitan su acción libre e indiscriminada. En la obesidad, la alteración del programa de la ingesta por la creación de un programa accesorio anormal (remiendo anímico), pone en peligro los mecanismos de limitación y freno del reflejo fágico continuo, haciendo de la hiperfagia y la alimentación descontrolada una cuestión rutinaria.

Si todos los animales son condicionables, el ser humano curiosamente es el más condicionable de todos ellos; Por esto, tomando como referencia los trabajos de Pavlov, podremos comprender alguno de los mecanismos psicológicos de la obesidad, y especular con los cambios posibles para hacer, de una enfermedad con altísimo grado de fracasos, una mejor perspectiva terapéutica.

El eminente fisiólogo ruso certificó que cuando, inmediatamente terminado el acto de comer, a los perros se les aplicaba una descarga eléctrica, aparecía una enfermedad que denominó neurosis experimental o neurosis postraumática. En cada uno de los animales que debieron soportar el estudio aparecían graves síntomas tales como ulceración de la piel, caída del pelo, temblor en todo el cuerpo, pérdida de peso y úlceras de estómago.

Lo llamativo es que estos síntomas no se manifestaban inmediatamente, sino luego de uno o varios meses de suspendida la traumática experiencia; La conclusión de Pavlov es que la neurosis postraumática no comienza, sino hasta semanas o meses después del evento agresivo y aun cuando se hubiere suspendido el mismo.

Esto es debido a que al programa primigenio de la ingesta se le sumó un nuevo programa de interpretación de la realidad anormal, donde la comida y la angustia se entremezclaron complejamente. En este caso el remiendo anímico resultante es patológico y perjudicial.

En el obeso la mezcla clásica de angustia y comida (y la posterior imposibilidad de descifrar la diferencia entre ambos estímulos) va a condicionar la aparición de un programa de la ingesta alterado por un remiendo anímico anormal, y una falsa evaluación del programa de interpretación de la realidad. Cuanto más se adentra el obeso en la desestructuración de sus programas primigenios y adquiridos comienzan a aparecer otras combinaciones extrañas entre ellos; Un ejemplo de esto son los denominados atavismos.

Los atavismos son actitudes en apariencia normales, pero que en verdad marcan una profunda alteración; Entre los atavismos habituales de las conductas alimentarias están el comer solo, comer a escondidas, robar comida, guardar comida, hacer una selección absurda de los alimentos o manifestar un marcado sentimiento de protección por interferencia del programa de la ingesta y el programa de la maternidad.

Continuará…

Dr. Rubén Merciel



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