Conversaciones con las Fachadas: Diálogos en Lugares que Miramos pero no Vemos
Hace unos días, decidí tomarme un tiempo para observar detenidamente las fachadas de los edificios que veo todos los d...
Hace unos días, decidí tomarme un tiempo para observar detenidamente las fachadas de los edificios que veo todos los días pero a las que nunca presto atención. Me di cuenta de que cada una tiene su propia historia, su propio estilo y su propio encanto.
Así que me propuse entablar conversaciones con ellas, para descubrir qué tenían para contarme.
Comencé por el edificio de la esquina, un antiguo caserón de ladrillo rojo que siempre me había llamado la atención.
Al acercarme, pude ver las grietas en su fachada, como si fueran arrugas que contaban los años que había vivido. Le pregunté sobre su historia y me contó que había sido construido a principios del siglo pasado, que había sido testigo de muchas historias y que guardaba secretos que nadie más conocía.
Luego me dirigí hacia un edificio moderno, con una fachada de vidrio y acero. Me sorprendió descubrir que también tenía mucho que decir.
Me contó sobre la gente que trabajaba allí, sobre las reuniones que se celebraban en sus salas de conferencias y sobre las risas y los llantos que había escuchado a lo largo de los años.
Después de escuchar las historias de varios edificios, me di cuenta de que cada fachada es como un libro abierto, esperando ser leído.
Cada una tiene su propia personalidad, su propia voz y su propia forma de contar su historia. Desde entonces, he aprendido a mirar con otros ojos los lugares que antes pasaba por alto, y a escuchar con atención las conversaciones que las fachadas tienen para ofrecer.
Así que me propuse entablar conversaciones con ellas, para descubrir qué tenían para contarme. Comencé por el edificio de la esquina, un antiguo caserón de ladrillo rojo que siempre me había llamado la atención.
Al acercarme, pude ver las grietas en su fachada, como si fueran arrugas que contaban los años que había vivido. Le pregunté sobre su historia y me contó que había sido construido a principios del siglo pasado, que había sido testigo de muchas historias y que guardaba secretos que nadie más conocía.
Luego me dirigí hacia un edificio moderno, con una fachada de vidrio y acero. Me sorprendió descubrir que también tenía mucho que decir.
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