Egipto y el corazón [1]
[Parte uno] Para los antiguos faraones y a través de los tiempos fue el órgano de los sentimientos
Más allá de ser la bomba centrífuga que entrega, a través de su extensa red circulatoria, los nutrientes básicos para la vida, el corazón, desde tiempos inmemoriales (y hasta hoy día), se considera el “hogar” de los principios, los valores, la ética y el amor, sentimientos y emociones que cantaron juglares ye inmortalizaron en sus prosas y versos los autores de todos los tiempos.
Tal importancia tenía, por ejemplo, en una de las culturas universales de nuestra historia (los egipcios), que su tradición respecto de este pequeño órgano (del tamaño de nuestro propio puño cerrado que amerita que nos extendamos en sus consideraciones ancestrales. Concebían los egipcios que no existía uno, sino dos corazones, el Ib y el Haty.
El Ib era la sede de la conciencia, era el corazón moral, el vínculo entre la tierra y el cielo.
Ptah-Hotep. visir de un faraón en la quinta dinastía, unos 2400 años antes de Cristo, redactó una serie de proverbios para su hijo, que llegaron hasta nosotros en el papiro Prysse, que guardado en la Biblioteca Nacional de Francia es uno de los más antiguos manuscritos conocidos.
Allí se leen, entre otras, las siguientes frases: Sigue a tu corazón durante toda tu vida. No vivir de acuerdo con el corazón, hace desaparecer el corazón. Sólo puede mandar aquel que llega al corazón. Quien obedece a su corazón estará en orden. El corazón debe mantenerse cuerdo, y no escuchar la voz del deseo y los instintos o El corazón se extravía oyendo a su vientre.
El signo jeroglífico que representaba al corazón era una vasija, por ser la sede de la conciencia. Y también representaba al corazón el ave ibis, sagrada para los egipcios, que, consagrada al dios Thoth (representado con cabeza de ibis, y que era el dios de la sabiduría, la música, el lenguaje y la escritura). Los ibis, eran aves tan sagradas que eran momificadas y sepultadas en tumbas especialmente destinadas a recibirlas.
Luego tenemos a Haty, que era el corazón físico y anatómico. El vocablo Haty Significa literalmente “lo que está adelante, el pecho”. En los himnos egipcios se pedía que no se transformara ante el contacto con lo que le era externo y que fuera capaz de conservar su propio fuego para alumbrar la vida. La simbiosis entre ambos corazones era total: Ib era el corazón metafísico, y Haty su poder.
Cuando llegaba la muerte, diferentes símbolos que remiten al corazón acompañaban al difunto en el proceso de momificación: piedras corazón, con forma de cuenco, y fundamentalmente los escarabeos, amuletos con forma de escarabajo pelotero, insecto del que se creía que podía auto reproducirse depositando su esperma en una bola de estiércol, y al que se vinculaba con la idea de la resurrección.
Así como el Sol rueda cada día en la bóveda celeste y desaparece al llegar la noche, surgiendo en la mañana siguiente desde la tierra, así el escarabajo surgía de los excrementos, aparentemente auto creado, arrastrando una pelota que remitía al sol. Y así como el Sol está en el centro del sistema solar el corazón ocupa el centro del hombre.
Escarabajo, sol y corazón quedaban vinculados, y los escarabeos, hechos con materiales diversos (cornalina, lapislázuli, amatista, hueso), eran colocados sobre el pecho de los muertos (mucho menos frecuentemente sobre la boca, la ropa, al lado del cuerpo o como colgante en el cuello), para proteger el corazón y acompañarlo a afrontar el severo Juicio de Osiris.
Continuará…
Tal importancia tenía, por ejemplo, en una de las culturas universales de nuestra historia (los egipcios), que su tradición respecto de este pequeño órgano (del tamaño de nuestro propio puño cerrado que amerita que nos extendamos en sus consideraciones ancestrales. Concebían los egipcios que no existía uno, sino dos corazones, el Ib y el Haty.
El Ib era la sede de la conciencia, era el corazón moral, el vínculo entre la tierra y el cielo. Ptah-Hotep. visir de un faraón en la quinta dinastía, unos 2400 años antes de Cristo, redactó una serie de proverbios para su hijo, que llegaron hasta nosotros en el papiro Prysse, que guardado en la Biblioteca Nacional de Francia es uno de los más antiguos manuscritos conocidos.
Allí se leen, entre otras, las siguientes frases: Sigue a tu corazón durante toda tu vida. No vivir de acuerdo con el corazón, hace desaparecer el corazón. Sólo puede mandar aquel que llega al corazón. Quien obedece a su corazón estará en orden. El corazón debe mantenerse cuerdo, y no escuchar la voz del deseo y los instintos o El corazón se extravía oyendo a su vientre.
El signo jeroglífico que representaba al corazón era una vasija, por ser la sede de la conciencia. Y también representaba al corazón el ave ibis, sagrada para los egipcios, que, consagrada al dios Thoth (representado con cabeza de ibis, y que era el dios de la sabiduría, la música, el lenguaje y la escritura). Los ibis, eran aves tan sagradas que eran momificadas y sepultadas en tumbas especialmente destinadas a recibirlas.
Luego tenemos a Haty, que era el corazón físico y anatómico. El vocablo Haty Significa literalmente “lo que está adelante, el pecho”. En los himnos egipcios se pedía que no se transformara ante el contacto con lo que le era externo y que fuera capaz de conservar su propio fuego para alumbrar la vida. La simbiosis entre ambos corazones era total: Ib era el corazón metafísico, y Haty su poder.
Cuando llegaba la muerte, diferentes símbolos que remiten al corazón acompañaban al difunto en el proceso de momificación: piedras corazón, con forma de cuenco, y fundamentalmente los escarabeos, amuletos con forma de escarabajo pelotero, insecto del que se creía que podía auto reproducirse depositando su esperma en una bola de estiércol, y al que se vinculaba con la idea de la resurrección.
Así como el Sol rueda cada día en la bóveda celeste y desaparece al llegar la noche, surgiendo en la mañana siguiente desde la tierra, así el escarabajo surgía de los excrementos, aparentemente auto creado, arrastrando una pelota que remitía al sol. Y así como el Sol está en el centro del sistema solar el corazón ocupa el centro del hombre.
Escarabajo, sol y corazón quedaban vinculados, y los escarabeos, hechos con materiales diversos (cornalina, lapislázuli, amatista, hueso), eran colocados sobre el pecho de los muertos (mucho menos frecuentemente sobre la boca, la ropa, al lado del cuerpo o como colgante en el cuello), para proteger el corazón y acompañarlo a afrontar el severo Juicio de Osiris.
Continuará…
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