El maltratado Edward Jenner [parte 1]

La humanidad estuvo en manos de la viruela, la cruel y ancestral enfermedad. Un médico rural, humilde y tenaz, logro salvarnos de este flagelo, pero recibió a cambio solo burlas



Ante la gravedad de la viruela, la enfermedad que acompañó al ser humano a lo largo de su historia (hasta las momias del antiguo Egipto presentaban rastros de haber padecido la viruela), no sorprende que se hubieran tratado de encontrar mil maneras de prevenir esta enfermedad.

En China crearon un tratamiento conocido como variolización hace unos mil años, tratamiento que luego se extendió, llegando a varios países del Medio Oriente y África. La idea de la variolización era darle una dosis del virus a una persona sana con la esperanza de que se enfermara levemente y quedara inmune.

En algunos lugares, le ponían a los sanos ropa de enfermos, impregnada con pus. Otros soplaban por la nariz pedazos de las costras de las pústulas de los enfermos a personas sanas. En lugares como Turquía, hacían una incisión en la piel de la persona que quería prevenir la enfermedad y le echaban directamente la materia que emanaba de las llagas de los enfermos.

Ese fue el método que aprendió la esposa del embajador de Inglaterra en Constantinopla, Lady Mary Wortley Montague y lo llevó a Reino Unido en 1720. Así se extendió por toda Europa. Aunque el variolización salvó muchas vidas, el problema era que la persona se podía enfermar gravemente si el pus que inoculaban era de una pústula joven, propagando aún más la enfermedad. Además, como era de humano a humano, con la variolización se podían transmitir otras enfermedades, como sífilis.

Fue en ese mismo siglo en el que un practicante de medicina en la Inglaterra rural encontró la senda que lo llevaría a la cura para esa enfermedad que mataba más que todo a niños. Cuando estaba haciendo sus prácticas médicas lejos de su hogar, Edward Jenner atendió a una chica que lo consultó sobre unos granos que tenía en la piel.

Ella trabajaba como ordeñadora y le dijo casualmente: "Sé que no es viruela pues ya me dio viruela bovina", Sarah Nelmes se había contagiado de viruela bovina ordeñando a su vaca Blossom. Esas pocas palabras hicieron que Jenner recordara que en la región de la que él venía también se decía que quienes contraían viruela bovina al ordeñar vacas quedaban inmunes a la viruela. La viruela bovina no era grave y nadie moría de ella (era un virus atenuado).

En 1775, Jenner empezó un minucioso estudio sobre la relación entre la viruela bovina y la de humanos. después de experimentar con animales descubrió que, si tomaba un extracto de una llaga de viruela bovina y se la inyectaba a un ser humano, esa persona quedaba protegida contra la viruela. En 1796, inoculó a su primer paciente humano, James Phipps, un niño de 8 años, con materia tomada de la mano de la ordeñadora Sarah. James contrajo viruela bovina y nada más.

Unos días después, inoculó al niño con gérmenes de viruela. Como anticipó, el niño no se enfermó de la versión humana de viruela. La inoculación con el virus de viruela bovina había producido un grado de protección definitivo contra la viruela. Continuará…

Dr. Rubén Merciel



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