El stress como factor de defensa
El estrés como factor de defensa o enfermedad. Sobrevivir a una situación límite de ansiedad generalizada, o sucumbir en el intento depende de la adecuada elección de la defensa.
En la década de 1950, Wolf describió la existencia de enfermedades que estaban influidas por lo que este autor denomino Stress Vital; esbozando así la teoría de que en la propia sociedad existen factores productores de stress. Según esta teoría, para cualquier individuo la alteración en su calidad de vida, en sus relaciones interpersonales, como así también la privación o incapacidad para satisfacer sus necesidades básicas, la imposibilidad de expresar libremente sus sentimientos o tener que convivir con un foco productor de agresión van a generar stress.
No olvidemos que dentro de los factores externos para paliar una situación estresante se hallan los denominados Apoyos del Entorno o Apoyos Ambientales, que son los objetos materiales de los que la persona depende en momentos de crisis. Estos Apoyos del Entorno son básicamente: Respaldo económico, una vivienda adecuada y un empleo digno. Cualquier individuo que cuente en su haber con esos tres elementos se va a sentir más fuerte para enfrentar las situaciones de crisis que se le presenten.
Vemos aquí que, en momentos de Stress Crónico Social, un grueso de la sociedad no puede cumplir adecuadamente con todos estos apoyos, lo que tiende a agravar la situación previa de stress; En instancias de crisis sociales el respaldo económico, la vivienda o el empleo son los logros que primero quedan en el camino como habituales variables de ajuste.
En estos casos, la magnitud que va a tomar la respuesta orgánica estresante dependerá de la percepción que tiene el individuo del estímulo agresivo. Si se siente seguro, podrá salir de la crisis social y personal en algún momento; sino pueden aparecer dos variantes destructivas de interpretar la situación que le aflige: Sentirse desesperanzado o sentirse desamparado.
Se siente desesperanzado quien perdió la confianza en los referentes de valor que deben protegerlo; El ciudadano que perdió la confianza en sus gobernantes está desesperanzado.
Se siente por el contrario desamparado quien, más allá de haber perdido la confianza en sus referentes de valor, perdió también la confianza en sí mismo, asumiendo que lo que le sucede no tendrá ninguna solución posible. El desamparado tiene aún confianza en sus propias fuerzas, el desamparado se siente vencido y ya se rindió a su triste suerte.
Dicha percepción, independientemente de la real magnitud del elemento causal de stress, está influenciada por una serie de factores innatos (dotación genética) y adquiridos (necesidades básicas, anteriores experiencias, condicionamientos previos, presión social). De la adecuada utilización de estos elementos dependerá la resolución exitosa del episodio estresante.
Siguiendo a Wolf, el origen de una enfermedad “por stress” se basa en la íntima interrelación de tres parámetros:
1. La magnitud del incidente precipitante del episodio estresante.
2. El marco o el entorno en que dicho acontecimiento se produce.
3. Las experiencias anteriores del individuo enfrentando situaciones similares.
Como ya vimos, Hans Selye definió al stress como un índice que marca el desgaste del cuerpo que, en un estado dinámico eleva su resistencia hacia los agente amenazantes y peligrosos; Las respuestas endocrinas y hormonales resultantes configuran el Sindrome General de Adaptación.
No olvidemos que dentro de los factores externos para paliar una situación estresante se hallan los denominados Apoyos del Entorno o Apoyos Ambientales, que son los objetos materiales de los que la persona depende en momentos de crisis. Estos Apoyos del Entorno son básicamente: Respaldo económico, una vivienda adecuada y un empleo digno. Cualquier individuo que cuente en su haber con esos tres elementos se va a sentir más fuerte para enfrentar las situaciones de crisis que se le presenten.
Vemos aquí que, en momentos de Stress Crónico Social, un grueso de la sociedad no puede cumplir adecuadamente con todos estos apoyos, lo que tiende a agravar la situación previa de stress; En instancias de crisis sociales el respaldo económico, la vivienda o el empleo son los logros que primero quedan en el camino como habituales variables de ajuste.
En estos casos, la magnitud que va a tomar la respuesta orgánica estresante dependerá de la percepción que tiene el individuo del estímulo agresivo. Si se siente seguro, podrá salir de la crisis social y personal en algún momento; sino pueden aparecer dos variantes destructivas de interpretar la situación que le aflige: Sentirse desesperanzado o sentirse desamparado.
Se siente desesperanzado quien perdió la confianza en los referentes de valor que deben protegerlo; El ciudadano que perdió la confianza en sus gobernantes está desesperanzado. Se siente por el contrario desamparado quien, más allá de haber perdido la confianza en sus referentes de valor, perdió también la confianza en sí mismo, asumiendo que lo que le sucede no tendrá ninguna solución posible. El desamparado tiene aún confianza en sus propias fuerzas, el desamparado se siente vencido y ya se rindió a su triste suerte.
Dicha percepción, independientemente de la real magnitud del elemento causal de stress, está influenciada por una serie de factores innatos (dotación genética) y adquiridos (necesidades básicas, anteriores experiencias, condicionamientos previos, presión social). De la adecuada utilización de estos elementos dependerá la resolución exitosa del episodio estresante.
Siguiendo a Wolf, el origen de una enfermedad “por stress” se basa en la íntima interrelación de tres parámetros: 1. La magnitud del incidente precipitante del episodio estresante. 2. El marco o el entorno en que dicho acontecimiento se produce. 3. Las experiencias anteriores del individuo enfrentando situaciones similares.
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