La angustia humana

La angustia, la única emoción que el hombre nunca pudo controlar y siempre trató de ocultar, está cada día más vigente en la sociedad actual



Conocer los mecanismos asociados a la angustia es de valor por ser esta patología un ingrediente esencial en el componente psíquico del paciente obeso. “Obesidad y angustia transitan de la mano”. Angustia es el sentimiento que aparece ante una amenaza desconocida.

Por esto mismo, la angustia es un sentimiento más insoportable que el miedo, pues al no conocer el origen de la amenaza no se puede plantear una defensa adecuada. Ante una instancia angustiable, el individuo ve cerrarse todos sus caminos y estrecharse sus vías de escape; No por casualidad etimológicamente angustia significa angosto.

La angustia es un sentimiento humano por excelencia, pudiendo (y debiendo) aparecer ante circunstancias penosas que así lo ameriten. Kurt Schneider dice: Necesita más explicación el que no tengamos angustia, que el que la tengamos de vez en cuando. La lucha contra la angustia enriquece o empobrece al individuo, según acierte o no, la forma de defensa ante la situación.

En los animales confrontados a situaciones angustiantes que no logran controlar, aparecen graves procesos de salud (hemorragia intestinal, infarto, shock), al punto que les produce habitualmente la muerte. La angustia es tan insoportable que si no se transforma en miedo puede desestructurar la mente (como en los accesos de pánico), o terminar causando los daños físicos referidos en los animales.

En su desesperación por evitar los síntomas intolerables de la angustia muchos buscan la evitación del problema, sin saber qué: La huida de la angustia es el peor mecanismo de defensa que se puede elegir. La angustia se apodera del hombre y le hace experimentar una sensación extraña, muy inquietante, que tiene la fuerza de cambiar completamente la estructura de su mente.

Lo insoportable de la angustia llevó al hombre desde sus albores a buscar mecanismos de aliviarla, o en el peor de los casos, ocultarla. La comprensión por parte del cerebro primitivo sobre irreversibilidad de la muerte pudo ser uno de los disparadores de la religiosidad, que es parte de los programas de funcionamiento de la mente humana.

La religiosidad como mecanismo de fe (que nada tiene que ver con las religiones), es innato al ser humano: Todos creemos en algo. Si dentro de las etapas de un duelo (negación, cólera, negociación, depresión y aceptación), esbozadas por Kubbler Ross, existe la negociación, bien se puede suponer que no se puede negociar si no es con algo que está por encima nuestro.

Esta reflexión no tiene el objeto de hacer una disquisición teológica, sino de aclarar que cualquier mecanismo humano para atenuar la angustia es válido, aun los más extraños o patológicos. Las compulsiones (descargas imperiosas hacia un elemento puntual) tales como el alcohol, el tabaco, los fármacos o drogas, ¡y sobre todo la comida!, son paliativos que muchos utilizan ante situaciones de angustia constante.

La comida, por vía del stress alimentario es la descarga de elección ante situaciones anímicas complicadas; De allí que, al referirnos a los mecanismos de la compulsión, la explicación vaya dirigida a las tendencias compulsivas alimentarias.

Dr. Rubén Merciel



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