Las respuestas ante el stress

Las respuestas ante el estrés. Cada individuo, según sus experiencias previas y su dotación innata, responden en forma diferente ante el estrés y los trastornos de ansiedad.

Para superar, encubrir o transformar las situaciones penosas, prohibidas o reprobables, que son causantes habituales de stress crónico, la mente utiliza inconscientemente distintos mecanismos psicológicos de defensa; Entre estos mecanismos se pueden nombrar la anulación, disociación, negación, proyección, regresión, represión, simbolización, sublimación, etc. Muchos de ellos pueden ser muy beneficiosos para la salud anímica del involucrado, pero otros son altamente patológicos.

La elección adecuada o errónea del mecanismo de defensa que se utilizará como medio de protección ante un stress crónico, producirá en la persona diferentes formas de respuesta psicológica y de reacción física: a. Respuesta normal: Surge de haber elegido los mecanismos de defensa acordes al problema. Existe en estos casos una adecuada flexibilidad psicológica para enfrentar los estímulos agresivos con una buena adaptación anímica del individuo. La respuesta normal al stress produce una reacción, donde la fase de alerta es seguida de una acción defensiva lógica y coherente. Los estímulos externos amenazantes son adecuadamente identificados y corregidos.

b. Respuesta neurótica: En este tipo de respuesta anímica existe un bajo grado de flexibilidad psicológica, con una menor adaptación a los distintos estímulos potencialmente agresivos. Toda respuesta neurótica va a dar una reacción donde los mecanismos de alerta funcionan en forma alterada por existir un estado de gran ansiedad. La falta de equilibrio, debida a esta ansiedad, hace que la defensa orgánica sea ineficaz. Si esa ansiedad interior es interpretada erróneamente, como si procediera de una fuente de agresión externa, se desencadenará un mecanismo de temores o fobias.

c. Respuesta “bordelinde” o límite: Existe en estos casos una rigidez psicológica, compatible con una personalidad al límite de lo anormal, que evidencia una total desadaptación ante los distintos estímulos y vivencias, los cuales son distorsionados psíquicamente. Este tipo de respuesta produce en el individuo reacciones imprevisibles y hasta agresivas. La respuesta límite tiene muchos rasgos de la respuesta psicótica.

d. Respuesta psicótica: Se evidencia una altísima fragilidad psicológica, con una consecuente fragmentación de la personalidad, lo que produce la incapacidad total para enfrentar los distintos estímulos y vivencias. Es el estado de alienación mental o psicosis. En la reacción psicótica la fase de alarma es interpretada tan erróneamente que casi todos los estímulos externos son percibidos como elementos agresivos y terroríficos. La utilización de mecanismos de defensa equivocados ayuda a producir los delirios y el estado de locura o alienación mental. Esta respuesta puede darse como una última solución para escapar de situaciones de stress catastróficos (como las experiencias de guerra o de campos de concentración).

Existen además de las reacciones psicológicas otras reacciones orgánicas que se ponen en marcha cuando se necesita ocultar de cualquier forma el verdadero grado de sufrimiento anímico o emocional, estas reacciones son: a. Respuesta psicosomática: Al fracasar los mecanismos de defensa psicológica anteriormente citados, la fase de alerta comienza a sobrecargar los órganos del cuerpo, provocando cambios funcionales y enfermedades físicas como salida posible a la agresión del stress no resuelto. Las reacciones psicosomáticas son las que desencadenarán las enfermedades psicosomáticas o nerviosas, entre las que podemos nombrar como ejemplos clave a la úlcera gastroduodenal, la psoriasis o el asma bronquial.

b. Respuesta adictiva: Las descargas compulsivas hacia la comida, bebida, cigarrillo o drogas en instancia de grandes conflictos o reagudización de vivencias angustiables pueden convertirse en un mecanismo de protección para cubrir y evitar los sentimientos de frustración y autodestrucción.